El ritual y la concepción de la muerte en Tlacolula, tiene que ver con un pasado Prehispánico y la imposición de la religión católica por los españoles.
Cuando alguien moría, se presentaba como ofrenda un guajolote a Peezelao, a este esta Dios se le pedía para obtener la victoria de una batalla.
Pezeelao y su esposa, la diosa de la muerte llamada Xonaxi Quecuya, eran los dioses principales antes de la llegada de los españoles y la ciudad sagrada o panteón prehispánico, Lyobaa para los zapotecas y Mictlán para los mexicas.
Los muertos deben atravesar los nueve niveles del cosmos, para llegar a su destino final o inframundo, el perro servía de guía para atravesar los nueve niveles.
Los españoles con la religión católica impusieron los nueve días desde sepelio del difunto, reemplazando así la creencia del proceso para atravesar los nueve niveles al inframundo.
Los zapotecas de Tlacolula creían en que el difunto tenía que despedirse de su pueblo y para ello tenía cuarenta días para recorrerlo. El catolicismo, por su parte, impuso que a los cuarenta días se tenía que celebrar una misa en honor del difunto.
Para llegar a Lyobaa, panteón grande de los zapotecas y llamado por lo mexicas Mictlán, tardaba un año, es por esto que en Tlacolula, al cumplir un año al muerto le ofrecen una misa, que le llaman cabo de año.
Si el difunto no ha cumplido un año de su muerte, no puede llegar el 2 de noviembre en el día de los muertos a su casa a recibir ofrenda.
El Ritual del Día de Muertos en Tlacolula
El día de muertos es una fecha sagrada para los ciudadanos de Tlacolula, no es una fiesta por el respeto a los difuntos.
Los antiguos zapotecas de Lambityeco, realizaban el ritual en sus casas, pues este es el lugar donde enterraban a sus muertos, en este día las ofrendas se depositaban. Se ofrecía una de especie de comida con variedades de chiles, lo que hoy llamamos mole, servido con la carne de un guajolote blanco.
Ofrecían también, frutas, pan de maíz y pulque; con flor de muertos formaban un camino desde la entrada de la casa hasta la hasta la tumba lo que hoy conocemos como altar, donde los familiares los recibían sentados en petates.
Durante tres días no salían de sus casas, permanecían frente a la tumba de la casa, conviviendo con sus muertos.
De la llegada de los españoles se dejó de usar la tumba para las ofrendas, ante la imposición del altar de muertos.
Es por ello, en Tlacolula, a los 20 días del sepelio acuden al panteón, recordando el pasaje de hacer el ritual de las ofrendas en el sepulcro del panteón municipal, la religión católica le llama “responsos” donde le ofrecen oraciones y letanías.
Son 20 días donde los zapotecas, después del ritual del dos de noviembre, los encaminan y junto con ellos llegan definitivamente a la tumba y conviven ahora si en la tumba del difunto. Por tres días como se celebraba en la época prehispánica.
En la época prehispánica cuando un niño o niña nacía, los padres escogían a una persona respetable que principalmente era la encargada de saber cuál era su toná del niño que era su protector durante su vida y la persona adulta era la que guiaba a los niños.
Los españoles lo cambiaron por la madrina y padrino de bautismo, por esto, los niños y las niñas hasta los doce años de edad acuden a la casa de las madrinas el segundo día de muertos, para regalarle una ofrenda para sus antepasados, realizando un ritual y una ceremonia donde en vista de los niños se le ofrecían a los difuntos con plegarías de agradecimiento.
En Tlacolula, el ritual de los mal viejos, comparsas o disfrazados, con atuendo para causar miedo.
Esta costumbre se refiere, que hace once mil años, los SUMERIOS, tenían miedo porque los difuntos salían de sus tumbas y acudían al pueblo para asustar a las personas, se disfrazaban de monstruos para espantar a los difuntos.
Entre los zapotecas de Tlacolula también se disfrazan dando a conocer que eran difuntos que no tenían familias quien los recibiera, o eran ánimas en pena.
Recopilación del Dr. Carlos Sánchez Concha, octubre de 2022.